miércoles, 30 de marzo de 2016

LA ENFERMEDAD COMO EXPERIENCIA VITAL

Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida la experiencia de estar enfermos. Como ante cualquier otra experiencia, los modos de afrontar la enfermedad son muy distintos, unos más adaptativos que otros.

Muchas personas han reflexionado sobre el camino recorrido durante la enfermedad y después de ella. Algunas han querido compartir esa experiencia y el aprendizaje adquirido a través de narraciones (relatos, películas, libros...)

En la sesión de hoy nos ayudará la experiencia personal de un gran escritor, humanista y economista, Jose Luis Sampedro, durante su ingreso en el Hospital Monte Sinaí

 

Desde ese intenso relato reflexionaremos sobre el significado y el aprendizaje que la enfermedad puede aportar a nuestras vidas.

Os recomendamos Las confesiones del dr Sachs, una buena película que presenta numerosas interacciones de un médico rural con sus pacientes y la forma en la que estos afrontan la enfermedad. Para muestra, dos pequeños botones


martes, 8 de marzo de 2016

ENVEJECER CON SALUD

Los seres humanos no dejan de jugar porque envejecen.
Envejecen porque dejan de jugar.
 

Aceptar el paso del tiempo con naturalidad y de forma adaptativa es otro de los grandes retos de la vida

En esta sesión reflexionaremos sobre el envejecimiento saludable, de la mano de Cicerón, leyendo fragmentos de su obra "Sobre la vejez"

 JOSÉ SARAMAGO: POEMA SOBRE LA VEJEZ

¿Qué cuántos años tengo?
 ¡Qué importa eso!
 ¡Tengo la edad que quiero y siento!
 La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
 Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido.
Pues tengo la experiencia de los años vividos
 y la fuerza de la convicción de mis deseos.
 ¡Qué importa cuántos años tengo!
 ¡No quiero pensar en ello!
 Pues unos dicen que ya soy viejo,
 y otros "que estoy en el apogeo".
 Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
 sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
  Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
 para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,
rectificar caminos y atesorar éxitos.
  Ahora no tienen por qué decir: 
¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
 ¡Estás muy viejo, ya no podrás!... 
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, 
pero con el interés de seguir creciendo.
 Tengo los años en que los sueños,
 se empiezan a acariciar con los dedos,
 las ilusiones se convierten en esperanza. 
 Tengo los años en que el amor,
 a veces es una loca llamarada,
 ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
 y otras... es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
 ¿Qué cuántos años tengo?
 No necesito marcarlos con un número,
 pues mis anhelos alcanzados,
 mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas...
 ¡Valen mucho más que eso!
 ¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
 Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
 ¿Qué cuántos años tengo?
 ¡Eso!... ¿A quién le importa?
 Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
 y hacer lo que quiero y siento!!.
 Qué importa cuántos años tengo.
 o cuántos espero, si con los años que tengo,
 ¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

ACTITUDES SALUDABLES Y POSITIVAS PARA LA VIDA

¿Cómo responder a los retos de la vida? Hay muchos modos de afrontar cada una de las situaciones en las que la vida nos pide hacer una elección o enfrentarnos a lo que se presenta, sea algo bueno y deseable o algo indeseable. Podemos afrontar la vida con entereza o podemos dejarnos hundir por el peso de los acontecimientos. Situaciones iguales son vividas de forma diametralmente opuesta por personas diferentes.

Parece que los sucesos no son "en sí" buenos o malos.
Tal y como lo cuenta esta fábula

Había una vez un campesino sabio y su hijo que tenían un caballo. Un buen día el animal se les escapó y los vecinos del pueblo les fueron a consolar por su mala suerte, pero el campesino les dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que se ha escapado un caballo. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.

Unos días después el caballo retornó con una yegua, y los vecinos del pueblo felicitaron al campesino y a su hijo por su buena suerte. Como la vez anterior el campesino les dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que el caballo ha vuelto con una yegua. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.

Al cabo de un tiempo, el hijo del campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió una pierna. El médico dictaminó que se quedaría cojo para toda la vida. Los vecinos fueron a casa del campesino y de su hijo para consolar a este último, consternado por su mala suerte. Una vez más el campesino dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es que mi hijo se ha roto una pierna. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.

Entonces comenzó una cruenta guerra en el país y un grupo de guerreros vinieron a reclutar de manera obligatoria a todos los jóvenes del pueblo. Cuando se disponían a alistar al hijo del campesino se fijaron en que este cojeaba de una pierna:
- ¿Qué te pasa en la pierna? - preguntó el jefe de los guerreros.
- Me caí de una yegua mientras intentaba domarla. Nunca más podré caminar derecho o correr- contestó el hijo del campesino.
- Así no nos sirves. Necesitamos hombres fuertes para combatir, harás mejor en quedarte con tu padre y tu mujer - dictaminó el jefe.

El campesino dijo:
- ¿Lo entiendes ahora, hijo mío? Los hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como afectan a nuestro devenir. Un día maldijiste tu pierna y ahora es ella la que te ha salvado de una muerte cierta.


¿Se puede aprender a responder de forma positiva 
a los retos de la vida?

En esta sesión leeremos algunos fragmentos del libro de Jon Gordon El perro positivo

  Quédate con las ideas clave:

Cómo alimentar al perro positivo
Día 1.- Dar un paseo de agradecimiento
Día 2.- Un día de gratitud
Día 3.- Más sonrisas y más risas
Día 4.- Celebrar tu logro del día
Día 5.- Pasa tiempo con personas positivas
Día 6.- Comparte el don de la amabilidad
Día 7.- Oler las rosas
Día 8.- Saca tu telescopio
Día 9.- Haz una visita de agradecimiento
Dïa 10.- Déjate llevar por el momento
Día 11.- Sé instructor

Algunas maneras de matar de hambre al perro negativo:
  • No veas las noticias
  • No participes en los cotilleos
  • Convierte las quejas en soluciones
  • Identifica las historias negativas que te cuentas a tí mismo y sustitúyelas por historias positivas
  • Cambia el miedo por fe
  • Considera que las personas negativas te ayudan a convertirte en una persona más positiva
  • Elige palabras positivas en lugar de palabras negativas

lunes, 7 de marzo de 2016

AFRONTAR LAS CRISIS VITALES


 ¿CRISIS? ¿QUÉ CRISIS?
 

 La vida es un contínuo cambio. Algunos de esos cambios son esperados, pero otros nos pillan desprevenidos, con el pie cambiado, y nos dejan perplejos, casi con la boca abierta. ¿Por qué, por qué a mí, por qué ahora, y cómo salimos de esta?

Crisis es una palabra ya demasiado repetida en nuestros días. ¿Somos ya, y a la fuerza, expertos en la crisis económica?



Merece la pena seguir reflexionando con ella y sobre ella, porque en las crisis se encierra un gran aprendizaje, si nos acercamos a ellas con curiosidad.



En la sesión de hoy reflexionaremos sobre las crisis vitales. Puedes hacerte una idea en este documento.

Y leeremos "Epilepto, un amigo especial", un cuento elaborado para reflexionar y aprender de las crisis epilépticas, de la Asociación Española de Afectados por Epìlepsia Grave


 

COMO GESTIONAR EL TIEMPO DE FORMA SALUDABLE

Comenzamos nuestra reflexión sobre el paso del tiempo, su uso y disfrute, con este inolvidale bolero del trío Los Panchos

Reloj no marques la hora



Y como el tiempo (el implacable, el que pasó) no se detendrá por más que se lo pidamos, leeremos un fragmento de un cuento que precisamente habla de eso, de ladrones de tiempo, de hombres grises que nos quieren robar ese transcurrir de las horas. El  libro Momo, de Michael Ende tiene un personaje inolvidable, Beppo Barrendero, que nos cuenta lo siguiente

¿Ves, Momo? Las cosas son así. A veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga que nunca crees que podrás acabarla.
Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavia, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.
Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Solo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.
Entonces es divertido: eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente, se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se está sin aliento.Eso es importante (...)


Además leeremos el cuento "El buscador", de Jorge Bucay 

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador… 
Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra. 
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. 
 
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir, Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada. 
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras: 

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días 

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar. 
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía: 

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas 

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años… 
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. 

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. 
-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños? 
El anciano sonrió y dijo: 
- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: 

“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: 
A la izquierda, qué fue lo disfrutado. 
A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. 

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda de los amigos? 
¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días? 

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido”.